Review: EL DESPERTAR DE LA PRIMAVERA

By: Apr. 17, 2018
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Cuando se sale del teatro de ver EL DESPERTAR DE LA PRIMAVERA, la versión catalana del musical SPRING AWAKENING, se sale con mal cuerpo por dos motivos: El primero, porque la historia que cuenta es devastadora; sin entrar en spoilers, no es precisamente una comedia ligera. El segundo, porque si en lugar de llevar ropa de la Alemania del siglo XIX los personajes hubiesen llevado vaqueros y smartphones, no hubiese habido que cambiar ni una coma del texto.

Aunque supuestamente vivimos en una época en la que cada vez hay menos tabúes y la sexualidad se trata de manera natural y abierta, lo cierto es que en occidente siguen quedando lugares en que el ambiente que se respira es restrictivo y la comunidad se entiende como una unidad de la que se es parte, y todo es asunto de todos. Si bien este ambiente tiene su parte positiva, ya que las personas se ayudan mucho entre ellas, a veces lo privado se convierte en público, y los individuos pierden parte de sí mismos y se ven forzados a contener cualquier impulso que no encaje con las normas que su entorno establece.

De eso precisamente trata este musical, que se representa en el Teatre Victoria de Barcelona hasta el 29 de abril.

Con una hermosa partitura de Duncan Sheik y libro y letras de Steven Sater, EL DESPERTAR DE LA PRIMAVERA adapta la obra homónima de 1891 de Frank Wedekind, que estuvo prohibida durante décadas por su tratamiento de temas controvertidos como la sexualidad en la adolescencia (y tantos otros que no desvelaré para destripar el musical lo mínimo posible), y que, a pesar del paso del tiempo, resulta perturbadoramente relevante.

Si bien he nombrado antes las pequeñas comunidades más reprimidas como la que se muestra en la obra, hay bastantes aspectos que refleja que pueden aplicarse a cualquier ambiente, como en la condescendencia con la que los adultos tratan a los adolescentes. Los padres siempre saben qué es lo mejor para los hijos, y ellos solo lo entenderán cuando sean mayores. El problema de este despotismo ilustrado de basado en el todo por mi hijo, pero sin mi hijo, es que a veces esta represión los lleva a la infelicidad y, pensando que ésta es lo mejor para ellos, acaban repitiendo este modelo de conducta con la siguiente generación. Y así llegamos a 2018 y vemos una adaptación de un texto del siglo XIX que parece que nos esté hablando directamente a nosotros.

EL DESPERTAR DE LA PRIMAVERA es una advertencia. Una advertencia sobre el peligro de los tabúes. Una advertencia sobre las consecuencias nefastas que puede tener poner demasiada presión sobre los demás y sobre nosotros mismos. Una advertencia sobre lo peligroso de la falta de información o de la información a medias. Una advertencia que 130 años después todavía nos cuesta escuchar.

La producción del Teatre Victoria de este musical es una auténtica joya. La obra atrapa al espectador desde la primera nota y hace que no pueda apartar la vista. Con una puesta en escena sencilla que aprovecha hasta el último de sus recursos, hace uso de la imaginación del espectador para trasladarlo de un lugar a otro con tan solo el movimiento de una caja o el cambio de iluminación.

El reparto está soberbio, desde el primer miembro hasta el último. Elisabet Molet hace un trabajo excelente mostrando todas las caras de Wendla; esa ingenuidad de alguien con quien nadie ha sido claro hablando de temas que debería conocer, una mujer que comienza a notar cómo su cuerpo despierta y sigue sus instintos, pero sin saber que eso que su cuerpo le pide que haga puede tener consecuencias. Marc Flynn, por su parte, también dibuja un Melchior muy realista. Hace un excelente trabajo recreando a ese Melchior que casi todos hemos conocido; un adolescente algo más precoz que los demás, autodidacta, que sabe más que el resto pero nadie le ha hecho entender aquello que ha leído en los libros, lo cual se materializa en conductas irresponsables. Esa irresponsabilidad, no obstante, se relativiza cuando aquel que la acomete está rodeado de adultos que, lejos de satisfacer una curiosidad sana y fomentar el pensamiento crítico, tratan de reprimir cualquier cosa que escape a sus esquemas mentales, siendo ellos los personajes que resultan más infantiles y necios.

Poco más se puede decir del reparto sin desvelar la trama, pero varios son los momentos que a uno encogen el estómago, y todos ellos están interpretados de manera efectiva y honesta.

EL DESPERTAR DE LA PRIMAVERA está solo hasta final de mes en el Teatre Victoria de Barcelona, y supone una oportunidad de oro para ver el Musical abordado de manera única. Una puesta en escena que apuesta por su texto y sus actores como máximo soporte de la obra y sale ganando. Si la Historia es justa, dentro de algunas décadas, miraremos atrás y veremos esta producción como una de las primeras en poner en marcha una nueva corriente de musicales de culto, una de esas obras de referencia en la historia teatral en nuestro país en las que fijarse para seguir avanzando.


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